Han tenido que pasar veintiocho años para que finalmente se ejecute un acuerdo de Consejo de Ministros de 1985 por el que se aprobaba el cierre y posterior levantamiento de la línea férrea Valladollid-Ariza en nuestra provincia. Debemos ser conscientes que con dejar pasar el tiempo no es suficiente para evitar este tipo de decisiones, tan fáciles de tomar en un despacho de la capital pero que tanto daño hacen en la línea de flotación del sentir de las gentes de nuestros pueblos.
Para poder evitar este tipo de “desahucios rurales” hay que ponerse a trabajar desde el principio en proyectos innovadores capaces de ir contracorriente de los planteamientos economicistas y centrados en la rentabilidad dineraria, difícil reto en la mayoría de los casos para nuestros responsables municipales, que bastante tienen con dar servicio diario a sus convecinos, incluyendo en muchas ocasiones labores de albañiles, fontaneros e incluso enterradores. Sin embargo, para ello se ponen en marcha entidades públicas y privadas que tienen como objetivo prioritario dinamizar las áreas rurales, que se nutren de fondos públicos para inyectar esa sabía nueva de conocimientos y de inquietud, capaz de mover lo inamovible durante décadas.
Estrenamos hace unas semanas una nueva y flamante Agencia de Desarrollo Rural dependiente de la Consejería de Agricultura y de Economía de forma simultánea, que va a tener sus centros de información y asesoramiento en las antigüas oficinas de Extensión Agraria de nuestras comarcas; paradójicamente lo que hacíamos hace un cuarto de siglo, volvemos a retomarlo porque no somos capaces de encontrar mejores alternativas. Y yo me pregunto, no teníamos ya consolidadas en la región cuarenta y seis agencias de desarrollo rural a través de los grupos de acción local, con unos equipos técnicos cualificados en la mayoría de los casos, con una representación de la mayoría de los agentes sociales y económicos de los territorios, capaces de poder generar ideas y proyectos desde el territorio, para intentar al menos no permitir el levantamiento de una línea férrea que pertenece al patrimonio industrial de todos los sorianos y que por nada del mundo deberíamos permitir que nos la arrebaten