Asistimos hace unos días a la propuesta de ordenación territorial de la provincia de Soria por uno de los partidos denominados minoritarios, que no tienen representación en ninguno de los 183 municipios que conforman la estructura territorial de la provincia y por lo tanto sin voz ni voto en la Diputación Provincial, cámara de representación territorial de nuestros pueblos.
En líneas generales se planteaba la desaparición de 176 municipios de un plumazo, dejando la provincia articulada en seis municipios incluida la capital, con la supresión de municipios de la importancia de Agreda en favor de Olvega y de San Esteban en favor de El Burgo de Osma, por citar algunos de los ejemplos más sonados.
La verdad, no podía dar crédito a lo fácil que resulta desde la mesa de un despacho redibujar la historia, la tradición y el desarrollo de un puñado de vecinos que han trabajado generación tras generación para ver crecer su pueblo y sobre todo para que sus hijos pudieran tener un futuro en la tierra que les vio nacer.
En los momentos que nos ha tocado vivir cada vez resulta más utópico plantearse esos retos de permanencia en el terruño, ya que la crisis y la recesión están barriendo cualquier atisbo de desarrollo económico que se había fraguado durante décadas y que en unos meses se traducen en despidos y cierres de empresas. El futuro no es demasiado halagüeño para ninguno de los que hemos optado por vivir en Soria, los datos estadísticos desde el punto de vista demográfico, económico y social nos vislumbran un futuro complicado, sin embargo, tenemos que defender con fuerza nuestra estructura territorial actual, que ha diseñado un territorio articulado por poblaciones que han sabido mantener su historia, sus tradiciones y su patrimonio natural durante siglos.
La desaparición de esas poblaciones llevarían de la mano la pérdida de toda esa riqueza patrimonial, cultural, histórica y medioambiental, que tan orgullosos nos hace sentirnos en la actualidad y que nos sirve en muchos casos para generar riqueza de la actividad turística.
Es necesario que cuando hablemos de un territorio y de su posible ordenación, contemos en primer lugar con la opinión de sus gentes, de lo contrario dejaremos sin opciones de futuro a las generaciones venideras, ya que no podemos olvidar que ordenar es optar, pero siempre contando con nosotros.