El nacimiento de muchas ciudades en la Edad Media, se originan en un castillo o en una pequeña fortificación localizada en un punto estratégico, por lo general en la cima de alguna montaña, que permitía la defensa de sus habitantes. El aumento de la población conforma una pequeña ciudad que se extiende por las laderas de la montaña en forma de mancha de aceite, siendo necesaria buscar la protección frente al invasor o el enemigo, siendo obligado definir entorno a la ciudad un perímetro amurallado, con varias puertas principales de acceso y algunas puertas secundarias denominadas postigos.
Por lo tanto, no cabe duda de que esos núcleos urbanos primigenios fueron el germen de nuestras ciudades o villas actuales, teniendo en nuestra provincia ejemplos destacados, como Medinaceli, Monteagudo de las Vicarías, Almazán, Rello y la misma Soria capital, que sin duda las han convertido en puntos de atracción turística para el visitante.
Nuestra provincia ha sufrido nuevamente el abandono y dejadez en estas últimas décadas en la consolidación, rehabilitación y puesta en valor de entornos arquitectónico de gran valor histórico; en algunos casos por tratarse de propiedad privada, en otros casos por no ponerse de acuerdo en quien era el propietario y en la mayoría de los casos anteponiendo la excusa del ingente patrimonio histórico que tenemos en la provincia para preservar; si bien, percibimos en nuestro entorno ejemplos en sentido contrario, en ciudades de nuestra propia región, como es el caso de Peñafiel, León, ….
Es deber de todos conservar esa parte de la historia que todavía queda en pie, a pesar del abandono, la falta de sensibilidad y la desidia de unos pocos, que actúan en muchas ocasiones cuando ya no tiene solución el daño ocasionado. Y es que resulta paradójico, que en lugares dónde no tienen la suerte de tener este magnifico legado histórico, urbanístico y patrimonial, optan por las recreaciones de cartón piedra para atraer a los turistas y escenificar los ritos y tradiciones medievales; por el contrario, dónde tenemos la enorme fortuna de tener esa rica tradición histórica, dejamos caer los cimientos de nuestros orígenes urbanos, poniéndonos a debatir sobre la propiedad y a quién compete su restauración.