No nos cansamos de comentar nuestras posibilidades en el sector turístico, tan importante para la economía nacional, fundamentalmente por el turismo de sol y playa, pero que no acaba de fraguar como pilar fundamental de las economías rurales.
En esta línea no podemos perder nunca de vista las importantes cifras que se han destinado en forma de subvenciones o ayudas públicas a inversiones relacionadas con el turismo tanto desde el punto de vista de las administraciones públicas (Ayuntamientos, Diputaciones Provinciales y Comunidades Autónomas), con la puesta en marcha de centros de interpretación, museos temáticos, recuperación de entorno, señalizaciones, iluminaciones del patrimonio, etc.; como desde el punto de vista de la iniciativa privada, con la realización de alojamientos de turismo rural (posadas, centros de turismo rural y casas de turismo rural) en cualquier pequeño pueblecito de nuestro territorio, sin olvidar los hoteles rurales, campings, etc.; que han conformado el denominado turismo de interior.
En estos momentos tiene muchas asignaturas pendientes, tanto desde el punto de vista exógeno, como denunciaba nuestra directora general de turismo en una reunión mantenida hace unos días en Madrid con los responsables ministeriales, como desde el punto de vista endógeno, en estas últimas semanas hemos asistido a la dimisión del presidente de la agrupación de hostelería y turismo de nuestra provincia sin haber transcurrido un año de su nombramiento; sin olvidar por otro lado, que en la actualidad somos la única provincia de Castilla y León que no tiene una asociación provincial de turismo rural, en una provincia con más de trescientos negocios en este sector; por lo que si ya geográficamente estamos lejos del poder de decisión, en la práctica estamos a miles de kilómetros, ya que no somos capaces de tener voz y voto en el contexto regional relativo a las decisiones que se toman en materia de turismo rural.