Finalizado el mes esperado por todos, el que nos hace subir la autoestima, el que llena plazas y calles de nuestros pueblos, abarrotado de fiestas locales y mercadillos medievales, entramos en los inicios del otoño, cargado de recortes y con la extraña sensación de que nos volvemos a quedar solos hasta el próximo verano.
Esta es la realidad cotidiana de Soria, dónde cada vez somos menos y con menos recursos económicos para acometer el día a día y poder mantener a flote esta pequeña barcaza que hace aguas por muchos sitios; sin embargo, nadie nos va a sacar las castañas del fuego y tenemos que seguir creyendo en nuestro futuro y en nuestras posibilidades, a pesar de que fuera de nuestras fronteras casi nadie cuente con nosotros.
Este mes de Agosto, que toma el pulso de lo que fueron nuestros pueblos no hace muchos años, con colegios abiertos, ambulatorios médicos y escuelas hogar en funcionamiento, se han convertido en el punto de encuentro de familiares y amigos, que regresan para dar una vuelta a sus propiedades, resolver alguna herencia, o por qué no degustar los manjares artesanos que la ciudad les proporciona a precios prohibitivos.
De igual forma, este mes ha sido por excelencia el punto álgido de la afluencia de turistas a nuestras tierras, teniendo claro que en Agosto la ocupación de nuestros alojamientos estaba garantizada por decreto. Sin embargo, la tendencia en la última década nos señalaba el peso que estaba adquiriendo el periodo otoñal en relación a la afluencia de visitantes y el descenso en los meses de verano, eso sí mucho más pronunciado en Junio y en Julio que en el propio Agosto. Si bien, la recesión económica nos señala para Soria cifras muy preocupantes en la caída de turistas, en el caso de Soria capital con la pérdida de un 40% de visitas a los puntos de información turística y en El Burgo de Osma un 20%, si lo comparamos con datos del año pasado. Confiemos que se trate de un mal dato puntual que podamos recuperar con nuestros otoño micológico, siempre que la climatología no lo impida.